En el día de la Patria me detuve a observar cómo se perciben las cosas desde lejos y no me detuve en un punto que considero fundamental: "Cómo manipular la percepción ajena"
No hablo sólo de caretear, aparentar, mostrar únicamente el lado lindo de una persona al presentarse sino de algo bastante más de estatura peatón. Yaqui, una amiga de otra época que le perdí el rastro vivió en Brasil toda su infancia y es casi brasilera , así que desde su brasileridad contaba con conocimiento de causa que al brasilero le gusta ser percibido como alegre.
Todos imaginamos que en Brasil hay gente que se deprime, psicólogos que los atienden y funebreros que los entierran cuando ya se suicidaron, pero compramos el carnaval carioca. Nadie puede imaginar el Festival Anual del Reggetón de Viena, pero estoy segura que aparte de los valsecitos y los lagos al costado del palacio debe haber una movida urbana underground y vieneses que perrean hasta las 11 de la mañana.
Alguien prefiere que se compren esas postales típicas y está bien. Los pueblos tienen identidad y hay algunos ciudadanos que no responden a ese estereotipo pero la imagen está formada y aceptada por las mayorías.
Ahora, lo curioso, y prácticamente agradable es cuando algo que no existe le ponen imagen. Desde mi perspectiva de mirar a mi país a través de una cerradura me entero las cosas como quiere que las vea Clarín.com, Telefé Internacional y algunos medios menos masivos (guarda que no me meto a hablar ni de política ni cómo se esconde o distorsiona la información porque ahí patino).
Lo que me tiene completamente despistada es qué tan exitosas son las cosas que nos cuentan los medios que las producen. Por ejemplo, Clarín no deja de hablar de su hijo favorito (Tinelli y el éxito de Gran Cuñado) y ya compré: tienen razón. Son exitosos y la gente vota personajes con la misma pasión y la misma irresponsabilidad con que vota candidatos reales.
Ahora: ¿Son exitosos los exitosos Pells? ¿le va bien a Julián Weich? No sé si me mienten o no pero a veces los miro y están buenos los programas. Pero también pasan cada programa que no puedo creer que hayan sido furor en Argentina.
A Francella lo odio desde que era chiquitita (no sé, tiene cara de que se apagan las cámaras y es el garca de tutti capi) pero ametrallan con sus comedias sin gracia y carcajadas de fondo que ayudan al espectador a adivinar que acaba de pasar un chiste. Lo mismo con la versión criolla de La Nani o Hechizada (a lo mejor fueron pasión popular y me perdí la manipulación a la masa y no me convencieron de que eran genialidades). El humor ácido de CQC lo conocía de antes y lo había aceptado, así que ahora hay que acostumbrarse a Ernestina y el programa es más aguachento pero todavía les creo si me dicen que les va bien.
Lo que no termino de entender es si Operación Triunfo es un éxito rotundo que mueve masas y convierte enormes talentos en grandes celebridades o un experimento de laboratorio de hacerle creer a un chico humilde que puede cantar como Cristian Castro, tener la seducción de Freddy Mercury, el dominio del show de Sabina y el respaldo de la compañía disquera más poderosa de la humanidad que lo va a mandar a la estratósfera de la fama a la velocidad de una sonada de mocos de futbolista.
Este fin de semana se define la gran final en última gala y todavía no compro el paquete completo. ¿Hay que ponerse contentos por los contratos millonarios que firmarán los ganadores o los acaban de arrancar de su vida sencilla pero segura para hacerlos creer que van a tener triunfos en un territorio peligroso donde todos los que juran que los apoyan están a punto de darles la espalda?
48 millones de cosas me dijeron!!!