Chau  

Posteado por mi, o sea: ☀Pau☀

Cada día se cierran 674.228 blogs en el mundo. No da para hacer un drama de esto, escribir una carta de despedida, exponer razones, mencionar a los que me acompañaron, prometer que el contacto seguirá vigente, ilusionar con que prontito regreso (o ilusionarme con que alguien se ilusiona con mi regreso).

Puse mi primer post el 17 de Abril y aunque no pasó mucho tiempo viví de todo. Así que me digo, y de paso les digo que Mis Cosas & Mil Cosas:

Duró poco pero lo disfruté mucho.

Mi pie izquierdo  

Posteado por mi, o sea: ☀Pau☀

¿Quién se acuerda de esa película? Yo la vi cuando ya era una película vieja y me sirvió para enamorarme de Daniel Day-Lewis, que ya también era viejo pero de ahí me quedó latente el amor por los caballeros mayorcitos (en especial con ese nombre).

Bueno, toda esta intro para traer a la mente lo útiles que son las partes del cuerpo que a veces debemos privarnos de usar. Favor de abstenerse de comentarios picarescos sobre el celibato porque hablaba de mi pie izquierdo.

No es de público conocimiento pero para algunos no es novedoso que practico deportes fuertes. Y bueno, como todos me advirtieron: a golpes se hacen los hombres pero se deshacen las mujeres. Tarde o temprano me iba a ocurrir y me ocurrió en mi clase de kickboxing de anoche. En plena práctica, me disponía a impactarle mi pie izquierdo a mi oponente y viendo que ella no tenía correctamente protegido su rostro decidí en una fracción de segundo cancelar la patada y terminé cayendo con total torpeza y cruel comicidad sobre el lado derecho de mi cuerpo.

Resultado Nº 1: Esguince de muñeca y fractura de segunda falange del meñique derecho.


Resultado Nº 2: Pasé a ser temporariamente uno de esos personajes que para lograr su desempeño diario necesita contar con la colaboración de sus cercanos.

Resultado Nº 3: Comenzaron a aparecer personajes que sospechaba que eran incondicionales pero acá se juegan y convierten mis sospechas en hechos contantes y sonantes. Puntualmente un caballero que se niega a ser mencionado y no puedo hacerle trampa (porque en este momento está tipeando lo que le dicto) se ha convertido literalmente en mi mano derecha haciéndose cargo desinteresadamente de asistirme en tareas de blog, cortarme la comida, aguantar mis lamentos y las  ligeras  alteraciones de mi humor, sumado a otras funciones que ya cumplía y no describiré por pudor (de él).

He descubierto, no sin sorpresa, que la motricidad de mi mano izquierda es menos inútil que lo que me venía prometiendo desde que la conozco y que la suma de los tres deditos del medio más el pulgar de mi derecha no suplen al meñique por el que nunca di un centavo.

Valió la pena tener que sufrir de dolor para sentir que elegí bien a la persona que lo aliviana.

Valió la pena evitar el uso de mi pie izquierdo para descubrir qué valiosa que es mi mano derecha.

Undo… tré… cuá…  

Posteado por mi, o sea: ☀Pau☀

No quiero saber nada de "jamás me arrepiento de lo que hice sino de lo que no hice" es una hermosa filosofía de vida, denota la valentía de haber tomado caminos inciertos y haber aprendido la lección si después nos damos cuenta de que eran incorrectos.

Pero igual nos arrepentimos de cosas, así que usted jovencito de la fila del medio, sí sí, usted que se las sabe todas: ablande su corazoncito por un minuto, sáquese los dedos de la nariz y admita que a veces mete la pata.

Estamos tan tecnologizados que notamos a diario mil veces que la informática se metió en nuestras vidas: no concebimos una jornada laboral sin PC, tenemos internet en cada lugar en el que nos metemos y donde no hay una fichita ethernet es porque hay conexión inalámbrica. Online estudiamos, trabajamos, encargamos pizza, bloggeamos, compramos, nos distendemos chateando y nos amargamos cuando falla la conexión.

Cualquier distraído podría asegurar que la compuatción se metió en cada pequeñez de nuestra vida diaria hasta que algo sucede y descubrimos que al teclado de nuestra vida le falta una tecla:


Y nada menos que la Z domas y caballitos!!! No solamente no la pronunciamos con su ibérica articulación interdental, fricativa y sorda sino que no la tenemos en actos cotidianos donde hace falta y se la extraña:

  • Me pasé un semáforo rojo y 2 segundos después escucho la sirena del patrullero.
  • Se me quemó la tortilla por meterme a darme una "duchita rápida".
  • Le dije a ese chico divino pero comprometido que es divino.
  • Me compré una tele o una mochila apenitas más barata que la de mis sueños y anhelo la otra.
  • Me acordé del cumpleaños de alguien que quiero 3 días después.
  • No llamé a una prima para su cumpleaños (aunque me lo acordé) porque es insoportable.
  • Me propuse cortarla con los dulces y llegué a casa con 2 paquetes de chocolate artesanal.
  • Pensé que el solcito de las 6 de la tarde no necesitaba filtro y estoy hecha un camarón.
Bueno, la lista es infinita y este post es para que me ayuden a completarla.
¿Cuándo necesitamos que la vida real tenga "Ctrl Z"  (o Cmnd Z para Mac Users)?
Y de nuevo, eso de que todo es aprendizaje y que nuestros errores nos enseñan, etc. etc.: divino. Pero que nos arrepentimos nos arrepentimos… y el que diga que no se arrepiente de nada que tire la primera zeta.

¿Te conozco?  

Posteado por mi, o sea: ☀Pau☀

El tipo se metió en el negocio no como si fuera a comprar sino como si él mismo fuera la mercadería.

No era un horario muy concurrido (martes a la mañana) y las casas de antigüedades nunca se llenan como una de videojuegos, así que lo usual es que el cliente pase, mire, revise y se vaya o se acerque al mostrador con alguna consulta/compra. Pero justo hoy había un poco de gente. La cuestión es que el gordito de barba, sin pasearse entre los artículos en exposición se acerca al mostrador y respeta su segundo lugar en la cola esperando que un cliente terminara de pagar. El que estaba por salir lo saluda feliz y le da la mano. Ante la llegada de un cliente me acerco con mi misma sonrisa gentil, ni más pronunciada ni menos que siempre: la misma.

Camino al mostrador hago una escala disimulada de medio segundo para escupir el chicle. En esa fracción de tiempo el dueño del local abandona su oficina y con una sonrisa que habitualmente no practica me pide que lo deje atender a él al cliente que acababa de entrar. Extraño, siempre me pide al revés. Sin mucho preguntar me dispongo a pegar la media vuelta y en mi movimiento puedo notar que el cliente que ya se iba sigue con su enorme felicidad pero ahora posando frente a su celular y abrazando al nuevo cliente que estaba por ser atendido. Me asombró tanto esa escena que no me terminé de ir para ver hasta dónde llegaba este ataque de dicha que les pegó a todos los presentes.

El dueño sacó de abajo de la manga una simpatía que no le conocía. Saluda muy efusivo al nuevo cliente y despide muy amablemente al que se iba y hasta me integra gentilmente al grupito y me presenta con el de barbita. El cliente, muy correcto me da la mano fuerte y me sonríe mirándome a los ojos como esperando ser reconocido. Es Nick Johnson, me dice el dueño y atino a contestar: "Hi, Nick".


Doble desilusión (o tal vez triple):

1 Nick Johnson está acostumbrado a que donde llegue se le separen las aguas para hacer entradas proféticas, pero esta vez recogió apenas un cordial "Hi, Nick". Pude imaginarlo descolocado como si Mick Jagger se subiera al metro de Nueva York y nadie lo reconociera, dolorido y hasta insultado por la indiferencia con que los no famosos nos relacionamos a diario. Me imaginé a Sabina tomando un vuelo de Lima a Hawaii: miles de fans despidiéndolo en un aeropuerto y el sonido de grillitos recibiéndolo en el segundo.

2 No estoy acostumbrada a ver famosos, no sé cómo reaccionaría. No sé si me sacaría fotos, si le pediría un autógrafo o si fingiría calma para que no me dé vergüenza ser tan mortal. A Maradona lo hubiera abrazado hasta perder compostura, total él ya está acostumbrado y difícil que lo vea por segunda vez en mi vida. A Darín le diría que pasé toda mi adolescencia enamorada de él y que me debe al menos un beso. ¿Pero a Nick Johnson? Es como pasar la tarde con el Dalai Lama sin tener idea de quién ese viejito de ropita excéntrica.

La desilusión "yapa" sería la que generamos entre los que sí se entusiasmaron con el famoso que no reconocimos. La gente que estaba ahí esperaba en mi la misma emoción que sentían ellos. Es como si en un campamento, a nuestra carpa se acercaran 3 aliens saliendo de su nave y uno de nosotros prefiriera quedarse adentro con los jueguitos de su celular.

No sé si esta mañana dí vergüenza por ser tan indiferente a la mega-estrella, si pasé por una agrandada que lo ignoró o si causé admiración por lo natural que me comporto con ese tipo de visitas, lo que sí, me quedé con ganas de conocer a algún famoso.

Blog Widget by LinkWithin