Hace algún tiempo mi amigo Silvio interesado en conocer detalles de mi forma de vida lejos de los pagos me preguntaba si alguna vez fui a ver un partido de los Heat (el equipo de basket de Miami). Bueno, la respuesta fue no pero me dejó pensando en cómo se percibe desde lejos las cosas que le pasan al otro. Si en vez de preguntarme por los Heats me hubiera preguntado por los Dolphins o los Marlins también le hubiera dicho que no pero habría tenido más argumentos (si hay alguien en la sala que conozca las reglas del béisbol, disfrute del juego y sea fanático de algún equipo no le creo).
Me viene pasando cada tercer jueves de noviembre que, además de ser el Día de Acción de Gracias y no se va a trabajar, también es una fecha cercana a las finales del football americano, así que hay como una euforia y una algarabía de banderines y tipos calientes porque le robaron un resultado o se le lesionó un jugador… pero dentro de toda esa efervescencia yo no estoy, lo miro desde afuera, no lo entiendo y hasta me parecen como nenes peleando por cuál héroe tiene mejores poderes.
Igual mis vecinos no entienden la pasión por el fútbol, les parece inaceptable que jueguen una hora y media y hagan 1 gol ó 2 y hasta a veces ninguno. Hasta Obama en esta foto está pensando "¿Con las minas que hay en este país, me tenían que regalar una remera firmada por 11 tipos"
Pero la otra cara de la moneda es cuando el que llega a otras tierras intenta modestamente ser un mensajero de las costumbres entre las que se crió y dá ganas de mostrarlas para matar algunos prejuicios (que Latinoamérica no es un solo país y que no se parecen en nada, que en Argentina no usamos sombreros mexicanos ni bailamos como Daddy Yankee, que Buenos Aires es una ciudad comparable a las grandes capitales del mundo, que hay una movida cultural fuertísima, que hace siglos abandonamos el primitivismo que sigue habiendo en África, etc. etc. etc.) entonces les mostramos fotos, les hacemos conocer cine, tango y rock del bueno, los tratamos de integrar cuando hay algún asado y que prueben nuestro malbec, nuestras empanadas, nuestras facturas y todo eso que nos tiene sanamente orgullosos.
La verdad que lo que se puede hacer no es mucho pero tenemos grandes aliados: los profesionales.
Es que desde que alguien corrió la bola de que los profesionales argentinos son competentes y baratos es común encontrar contadores, enfermeras y publicistas argentinos por todos lados. Y los publicistas (aunque insistan en llamarse publicitarios inisisto en llamarlos publicistas) son excelentes ejemplos. Los tipos traen una formación académica de muy alto nivel, tienen el training de sacar ideas creativas con poca plata y vienen muy estimullados de un ámbito donde todos los días ven muy buena publicidad en la calle, en las revistas, en la radio y en la tele.
De este modo, se ha conseguido sostener la idea de que la publicidad argentina es alto nivel. Pero lamentablemente el común de la gente no lo sabe ni tiene cómo comprobarlo. Podemos llenar las vitrinas de las grandes agencias con Clíos y Cannes, pero a la hora de demostrar de qué estamos hechos: ¿Somos grandes campeones con dificultades para clasificar, o estamos muy adelantados para nuestro tiempo?
Aquí va un ejemplo de una serie de comerciales que vienen haciendo hace años, pa'que analicen y saquen sus propias contusiones:
FICHA TÉCNICA
Cliente: Kendal Toyota
Agencia: González
Director: Claudio González
Talento: Michael González
Camarógrafo: Claudio y Michael González (depende de quién esté frente a cámara)
Iluminación: La Sra. de González
Guionista: Ausente con aviso
This entry was posted
on jueves, julio 09, 2009
.
You can leave a response
and follow any responses to this entry through the
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
.
35 millones de cosas me dijeron!!!