Mi pie izquierdo
2009
¿Quién se acuerda de esa película? Yo la vi cuando ya era una película vieja y me sirvió para enamorarme de Daniel Day-Lewis, que ya también era viejo pero de ahí me quedó latente el amor por los caballeros mayorcitos (en especial con ese nombre).
Bueno, toda esta intro para traer a la mente lo útiles que son las partes del cuerpo que a veces debemos privarnos de usar. Favor de abstenerse de comentarios picarescos sobre el celibato porque hablaba de mi pie izquierdo.
No es de público conocimiento pero para algunos no es novedoso que practico deportes fuertes. Y bueno, como todos me advirtieron: a golpes se hacen los hombres pero se deshacen las mujeres. Tarde o temprano me iba a ocurrir y me ocurrió en mi clase de kickboxing de anoche. En plena práctica, me disponía a impactarle mi pie izquierdo a mi oponente y viendo que ella no tenía correctamente protegido su rostro decidí en una fracción de segundo cancelar la patada y terminé cayendo con total torpeza y cruel comicidad sobre el lado derecho de mi cuerpo.
Resultado Nº 1: Esguince de muñeca y fractura de segunda falange del meñique derecho.
Resultado Nº 2: Pasé a ser temporariamente uno de esos personajes que para lograr su desempeño diario necesita contar con la colaboración de sus cercanos.
Resultado Nº 3: Comenzaron a aparecer personajes que sospechaba que eran incondicionales pero acá se juegan y convierten mis sospechas en hechos contantes y sonantes. Puntualmente un caballero que se niega a ser mencionado y no puedo hacerle trampa (porque en este momento está tipeando lo que le dicto) se ha convertido literalmente en mi mano derecha haciéndose cargo desinteresadamente de asistirme en tareas de blog, cortarme la comida, aguantar mis lamentos y las ligeras alteraciones de mi humor, sumado a otras funciones que ya cumplía y no describiré por pudor (de él).
He descubierto, no sin sorpresa, que la motricidad de mi mano izquierda es menos inútil que lo que me venía prometiendo desde que la conozco y que la suma de los tres deditos del medio más el pulgar de mi derecha no suplen al meñique por el que nunca di un centavo.
Valió la pena tener que sufrir de dolor para sentir que elegí bien a la persona que lo aliviana.
Valió la pena evitar el uso de mi pie izquierdo para descubrir qué valiosa que es mi mano derecha.
45 millones de cosas me dijeron!!!