¿Te conozco?
2009
El tipo se metió en el negocio no como si fuera a comprar sino como si él mismo fuera la mercadería.
No era un horario muy concurrido (martes a la mañana) y las casas de antigüedades nunca se llenan como una de videojuegos, así que lo usual es que el cliente pase, mire, revise y se vaya o se acerque al mostrador con alguna consulta/compra. Pero justo hoy había un poco de gente. La cuestión es que el gordito de barba, sin pasearse entre los artículos en exposición se acerca al mostrador y respeta su segundo lugar en la cola esperando que un cliente terminara de pagar. El que estaba por salir lo saluda feliz y le da la mano. Ante la llegada de un cliente me acerco con mi misma sonrisa gentil, ni más pronunciada ni menos que siempre: la misma.
Camino al mostrador hago una escala disimulada de medio segundo para escupir el chicle. En esa fracción de tiempo el dueño del local abandona su oficina y con una sonrisa que habitualmente no practica me pide que lo deje atender a él al cliente que acababa de entrar. Extraño, siempre me pide al revés. Sin mucho preguntar me dispongo a pegar la media vuelta y en mi movimiento puedo notar que el cliente que ya se iba sigue con su enorme felicidad pero ahora posando frente a su celular y abrazando al nuevo cliente que estaba por ser atendido. Me asombró tanto esa escena que no me terminé de ir para ver hasta dónde llegaba este ataque de dicha que les pegó a todos los presentes.
El dueño sacó de abajo de la manga una simpatía que no le conocía. Saluda muy efusivo al nuevo cliente y despide muy amablemente al que se iba y hasta me integra gentilmente al grupito y me presenta con el de barbita. El cliente, muy correcto me da la mano fuerte y me sonríe mirándome a los ojos como esperando ser reconocido. Es Nick Johnson, me dice el dueño y atino a contestar: "Hi, Nick".
☀1☀ Nick Johnson está acostumbrado a que donde llegue se le separen las aguas para hacer entradas proféticas, pero esta vez recogió apenas un cordial "Hi, Nick". Pude imaginarlo descolocado como si Mick Jagger se subiera al metro de Nueva York y nadie lo reconociera, dolorido y hasta insultado por la indiferencia con que los no famosos nos relacionamos a diario. Me imaginé a Sabina tomando un vuelo de Lima a Hawaii: miles de fans despidiéndolo en un aeropuerto y el sonido de grillitos recibiéndolo en el segundo.
☀2☀ No estoy acostumbrada a ver famosos, no sé cómo reaccionaría. No sé si me sacaría fotos, si le pediría un autógrafo o si fingiría calma para que no me dé vergüenza ser tan mortal. A Maradona lo hubiera abrazado hasta perder compostura, total él ya está acostumbrado y difícil que lo vea por segunda vez en mi vida. A Darín le diría que pasé toda mi adolescencia enamorada de él y que me debe al menos un beso. ¿Pero a Nick Johnson? Es como pasar la tarde con el Dalai Lama sin tener idea de quién ese viejito de ropita excéntrica.
La desilusión "yapa" sería la que generamos entre los que sí se entusiasmaron con el famoso que no reconocimos. La gente que estaba ahí esperaba en mi la misma emoción que sentían ellos. Es como si en un campamento, a nuestra carpa se acercaran 3 aliens saliendo de su nave y uno de nosotros prefiriera quedarse adentro con los jueguitos de su celular.
No sé si esta mañana dí vergüenza por ser tan indiferente a la mega-estrella, si pasé por una agrandada que lo ignoró o si causé admiración por lo natural que me comporto con ese tipo de visitas, lo que sí, me quedé con ganas de conocer a algún famoso.
55 millones de cosas me dijeron!!!