Vieja desconocida
2009
Mi mamá me dijo que no hablara con extraños pero más de la mitad de los extraños con los que hablé se convirtieron en mis amigos de fierro. Entonces me confesó que ella misma alguna vez fue una extraña, que ser extraño es inevitable pero muy distinto a ser ajeno.
Me dijo que no es eterna y que tenía que apurarse a enseñarme a volar porque no son los pichones los que abandonan el nido sino los viejos.
Me dijo que no llorara por idioteces porque todas las lágrimas son iguales a la vista de los demás y el que agota la atención ajena en raspones no consigue asistencia en quebraduras.
Me dijo que cuidara una mascota aunque sea chiquita o una plantita aunque no me guste, aunque me queje del trabajo que da. Que ojalá me encariñe mucho y que entienda cómo me retribuye pero si no, es suficiente con que la observe mucho. Que note que estoy cuidando algo vivo y que de mi esmero o indiferencia cambia su calidad de vida.
Me dijo que no sabe qué es la muerte pero que la de los demás es una mierda y que es un pago injusto para el que cuida algo vivo y se encariña mucho. Me dijo que la muerte propia no debe ser tan mala, que si uno tiene al día todas las cuentas se lleva esa tranquilidad a la eternidad.
Ella cuidó a mi papá.
Yo no cuidé a mi albahaca por una semana. Está tristona y arrugadita pero hace dos días que le doy agua y sol y parece haber revivido.
No sabés cómo perfuma el balcón, me tiene menos tristona y arrugadita.
Cuidame, viejita desconocida.
52 millones de cosas me dijeron!!!